miércoles, 12 de enero de 2011

La espera



Así como la sopa que había puesto a calentar hace 98min , su alma se enfrío en la espera de su compañía. Se levanto, de la silla que había acomodo para su espera, levanto el plato en el que había comido y dejo el limpio todavía sin usar que cautelosamente y con delicadeza puso para él. La noche estaba cayendo, y sin ganas de aclarar su visión se desplazo con su traste sucio, en la oscuridad de la cocina hacía el fregadero. Lavo, depuro su único plato y sola cuchara con un vigor asombroso indigno de su espera y su ahora alma partida. Los enjuago como si el agua tuviera un poder sanador sobre el pasado, sobre su pasado. Agarro sus muletas, con difícil y lenta maniobra volvió a poner la silla en su lugar, salió de la cocina entablo la ardua subida a su cuarto con la endeble delicadeza que la caracterizaba. Llegando a su destino final cerro su puerta, sin expresión alguna en su rostro, los ojos desalmados y el pulso inerte. A los pocos minutos oyó la puerta de su cuarto abrirse, sus pasos bajando las escaleras y la puerta de la cocina cerrarse.
Las lagrimas que genero tal insulto se secaron por decisión propia apenas llegadas a los ojos. Mientras sucedía tal hazaña física ella pensó que ha dejado la escena pulcra, virgen, como si nunca hubiera estado ahí, como si nunca hubiesen convenido de verse ahí, como si nunca hubiese esperado 98min, como si nunca hubiese tenido su accidente, como si nunca se hubiera roto ahí hace unos minutos un corazón.

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