domingo, 8 de febrero de 2009

Blind Photography


Caminando por el bosque de Tlapan, entre los rayos del descendiente sol de las 16h y pensando en los arduos días de trabajo a venir. Rebase un ciego caminando a paso lento. El hombre al percibirme pasando me dijo :
-"Señorita..."
Me pare entre sorprendida que haya sabido que era señorita y pasmada por la abrupta interrupción de mis pensamientos. Lo primero que mi mente vomito como explicación a la casi obvies de la adivinanza del hombre de bastón blanco, fue por mi paso ligero fácil a distinguir y más para alguien con sentidos desarrollados para este tipo de elementos. Mientras mi mente seguía un poco desfasada y a la espera del porque la interrupción de mi caminata y mi pensamiento, el hombre se adelanto y me pregunto
"Perdón, ¿podría tomarle una foto?"
Que idea mas insensata me pareció viniendo de un ciego. Mientras le contestaba afirmativamente se me acerco y me agarro del brazo. Buscaba mientras con la mirada algún aparato fotográfico.
-"Si, si puede." Repetí. Pensando que el hombre podría también tener problemas auditivos.

Nos quedamos en silencio un momento. El hombre agarrado de mi brazo la cara casi frente a la mía, me sonrió. Y dijo.
- "Gracias. Hable entonces."

Esa tarde, después de un desconcierto momentáneo, me quede varias horas hablando con el ciego, le hable de mi. Un ejercicio que no hacía desde hace tiempo. Ese hombre termino teniendo la mejor fotografía de mi que han tomando.

Your Curl


Hoy desperté enredada entre tus rizos. Entre estos rizos que muchas veces me ahogaron de desesperación, y que muchas otras fueron resbaladillas de emociones inagotables. Algunos vieron al despertar un león, otros vieron una mujer joven y otros una vieja. Al igual que aquel dibujo de Lautrec sobre su novia. Y una vez más este enredo se ve subministrado por una falta de higiene emocional que impide cualquier desenlace de los nudos que ahí me tienen amarrada. Volveré a dormir, esperando que en el sueño de una noche de invierno encuentre algún peine-solución para liberarme de aquel rizo de mujer que me tiene atrofiada en las inconsolables noches.